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martes, 3 de julio de 2012

EDUARDO PERRONE







Eduardo “buby” Perrone nació en Tucumán el 12 de abril de 1940 en la estación de trenes de Villa muñecas luego sería criado por su familia ahí, en la propia estación, muchos años después, ya de viejo, moriría dentro de un vagón a los 69 años de edad. Tuvo una hija a la que su madre Griselda se la llevó en su vientre y él no la vio nunca.
En una celda del penal de Villa Urquiza en San Miguel de Tucuman, se hizo escritor, acorralado y acusado por abuso sexual, después de un hecho en el que junto con sus amigos no habían pagado a unas prostitutas. Dijo: “En prisión uno ve el inodoro humano. Conoce bichos muy raros; se sale muy cambiado”
 Había escrito ahí, “Preso Común”, libro polémico donde no sólo relata un compendio de anécdotas carcelarias, sino también es una crítica al sistema penal, que lo tuvo encerrado casi tres años sin juicio, tiene tanta vigencia como la que hizo Kafka en “El Proceso”.
Luego se salir de prision, por haberlo declarado inocente, decide marcharse a Buenos Aires, donde consigue después de muchos intentos imprimir Preso Común en una Editorial. Apunta: “Preso común” era justamente para la gente común: para el que trabaja, para el estudiante. No era un libro de elite para poner en avenida Alvear o para los que leen el diario fumando pipa en un café”
En el 74, Perrone escribió “Visita, francesa y completo”, después hizo otra novela, “Día de reír y día de llorar”, ya estábamos en el 76, y los milicos decían que era subversivo. “Para ellos, si uno se tiraba un pedo en la cancha de Atlético ya era subversivo”, señala con resignación.
"Visita Francesa y Completa" fue censurado por el Gobierno Militar junto a otros 12 libros más. El tema principal era la vida en los prostíbulos tucumanos, la trata de blancas y el tráfico de droga dentro de ellos. Según cuenta Perrone, un propietario de un local de este tipo le dijo: "Tenés razón Eduardo en todo lo que escribís, pero nosotros seguimos trabajando igual".
 Luego fue varias veces preso por cuestiones políticas, por defender su verdad, "A ellos no les gustaba lo que yo decía", "yo me la aguanté, no busqué tapar la tierra con alfombras" fueron sus palabras. Voluntario durante el conflicto con Chile, Perrone dice "Cómo demostré que era ciudadano y estaba protegido por la opinión pública, me salvé de sufrimientos peores". La escritura, a menudo ingenua, es para Perrone el primer paso de la lucidez y la denuncia, nunca el instrumento de las propias emociones.
Cuando regreso a Tucumán nunca dejó de escribir.
A mediados de los 80, otra vez en democracia, llegaron “Los pájaros van a morir a Buenos Aires” y “La Jauría”. Pero el éxito de “Preso común” ya había quedado atrás. No volvieron a editarse sus novelas.
Vivió con Aída Bornic, guionista de importantes películas argentinas, la última fue "Tango Feroz". Debido a su trabajo Aída tuvo que viajar a España y como Eduardo Perrone tenía a su madre con cáncer decidió quedarse y así se separaron. Según sus palabras: "No quería acelerarle la muerte".
Después de la muerte de su madre, Perrone abandonó la casa. “No pude seguir viviendo allí”, dijo. Recordó las noches durmiendo de prestado en hoteles ruinosos o cobijado por algún conocido. Así anduvo hasta que consiguió el vagón.
El 18 de Julio de 2009 los dioses vinieron a buscarlo, el los esperaba allí, en el mismo vagón de la Bernabé Aráoz primera cuadra.
FRAGMENTOS DE SUS ESCRITOS
Leamos este pasaje donde describe la fachada de la cárcel de Villa Urquiza:
“Edificio horrendo, de grises muros altos y espesos, siniestro, con torretas y luces, tiene todo el aspecto colosal de una fortaleza medieval, con almenas y vigías, quienes, dada la hora (21) hacían girar los reflectores: celosamente, matemáticamente, poblando el aciago interior con contraluces funestas”.
O este fragmento, donde nos muestra la cotidianeidad carcelaria:
“Los días de pago, sábado, o vísperas de fiesta, por la noche era lo más aconsejable quedarse en la celda (…) por los muchos dopados y ebrios que circulan por los pasillos.
Cuando tenía que ir a los baños escondía entre mis ropas o en un toallón el pasador de hierro de la puerta pues me podía ocurrir (y no sería raro) el ser apuñalado sin motivo”.
Y este pasaje, donde la tensión va en crescendo:
“Todo esto desgasta los nervios en forma progresiva. El clima de angustia que reina en la Jefatura es remplazado por la tensión sostenida de la vida de relación llevada en delicado equilibrio para no tener dificultades. Adentro todo el mundo se trata con un respeto superficial único. El clima de cortesía y aparente indiferencia no es quebrado jamás a pesar de los chismes subterráneos. Cuando se va a pedir un favor (todos ellos celosamente contabilizados) es mejor no olvidarlo. Hay que tratar de andar bien con todos sin pasar por estúpido. El desgaste nervioso es tal que un buen día sin motivo alguien se tira del tercer piso y la única reacción de todos es un comentario irónico, producto del terrible humor negro que campea aún en las cosas más dolorosas y trágicas”.

“Hoy faltan muchas cosas. Lo único que sobran son las promesas”, decía.




2 comentarios:

  1. GENIAL, EXTRAORDINARIO EDUARDO PERRONE. EN MI ADOLESCENCIA LEÍ "DÍAS DE REÍR, DÍAS DE LLORAR" (Ed. de La Flor, 1976) Y DESCUBRÍ QUE LA PIEDAD DE LA MUERTE ES UNA PIEDAD ESPERADA, QUE SU ILUSIÓN ES NUESTRA MEJOR ANESTESIA EN LA PRISIÓN DEL SER, ES LA ÚNICA MANERA DE SOPORTAR LA HERIDA INFESTADA, EL CAMINO TERRIBLEMENTE LÚCIDO DE LA VIDA.

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