Jorge Julio López nacio en 1929 albañil argentino y ex
militante de base de una unidad básica peronista barrial, y desde 1985 afiliado
al Partido Socialista de La Plata; desaparecido desde octubre de 1976 hasta
junio de 1979 durante la última dictadura argentina (llamada por los militares
Proceso de Reorganización Nacional) y por segunda vez en septiembre de 2006
durante la presidencia de Néstor Kirchner. Luego de treinta años del último
golpe de estado, y habiéndose derogado las leyes de Obediencia Debida y Punto
Final, Miguel Etchecolatz fue el primer acusado por genocidio. Jorge López era
querellante en la causa y sin duda un testigo clave, ya que con sus
declaraciones involucraban a por lo menos 62 militares y policías. Debido a su
testimonio, Miguel Etchecolatz se halla detenido en una cárcel común, condenado
a cadena perpetua por crímenes cometidos en el marco de un genocidio. Luego de
la condena de Etchecolatz, Jorge López fue desaparecido sin dejar rastros, el
día 18 de septiembre de 2006, en la ciudad de La Plata.
La desaparición del albañil hizo arreciar las críticas sobre
el régimen de protección de testigos y sobre la falta de recaudos para frustrar
amenazas contra su vida y libertad. Inmediatamente tras su nueva desaparición,
el gobierno bonaerense elevó una recompensa pública de $200.000, para quien
brindara información sobre su paradero. Luego esa cifra fue elevada al doble
(llegando a la fecha de diciembre de 2007 al millón de pesos), y actualmente
llega a los 2.000.000 pesos. Se lanzaron al aire numerosos avisos televisivos,
radiales, en medios gráficos, etcétera, dando cuenta del hecho de su
desaparición y de su fotografía. Se llegó incluso a enviar mensajes de texto a
todos los teléfonos celulares solicitando colaboración para su búsqueda. La Policía
Bonaerense movilizó miles de efectivos para los rastrillajes. De lo antedicho,
se descarta la hipótesis de la desaparición de López causada por un shock
traumático que lo habría llevado a extraviarse. Algunas opiniones indican que
Jorge Julio López se encontraría muerto, asesinado por grupos de tareas
vinculados a la extrema derecha que se sintieron amenazados por sus
declaraciones. A comienzos de 2011, un testigo de identidad reservada aseguró
haber visto dónde y cuándo enterraron a Julio. Inmediatamente, los medios
comenzaron a movilizarse. El 4 de febrero concluyeron sin éxito las búsqueda.
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