Simón Radowitzky ( Ucrania, 10 de septiembre o 10 de
noviembre de 1891 – México, 29 de febrero de 1956) fue un militante
obrero anarquista ucranio-argentino. Fue uno de los más célebres presos del
penal de Ushuaia, donde fue condenado a reclusión perpetua por el atentado con
bomba que mató al jefe de policía Ramón Lorenzo Falcón, responsable de la
brutal represión de la semana roja de 1909 en Buenos Aires. Indultado tras 21
años, abandonó la Argentina y luchó en el bando republicano durante la Guerra
Civil Española. Murió en México, donde trabajaba en una fabrica de juguetes, a
los 65 años de edad.
Juventud
Radowitzky procedía de una familia obrera de origen judío.
Creció en la ciudad de Ekaterinoslav, donde la familia se había trasladado para
posibilitar a los niños el acceso a la educación primaria. Abandonó los
estudios a los 10 años para iniciar su aprendizaje como herrero; la hija de su
maestro fue quien lo inició en el anarquismo. Cuatro años más tarde, ingresó
como jornalero en una metalúrgica; en una manifestación reclamando una
reducción en la jornada laboral, fue herido por un sable cosaco, que lo confinó
en cama durante seis meses. Tras la convalecencia, fue sentenciado a cuatro
meses de prisión por repartir prensa obrerista.
Fue segundo secretario del sóviet de la fábrica en la que
trabajaba cuando los eventos de la revolución rusa de 1905. Tras la represión
zarista, debió exiliarse para no ser condenado a prisión en Siberia.
Irónicamente, en su destino elegido, Argentina, acabaría siendo condenado al
penal de Tierra del Fuego.
Llegó a la Argentina en marzo de 1908; se afincó en Campana,
donde trabajó de obrero mecánico en los talleres del Ferrocarril Central
Argentino. Mantuvo estrechos contactos con la creciente comunidad anarquista
local, leyendo La Protesta, el periódico de la Federación Obrera Regional
Argentina; a través de la Federación, entró en contacto con un grupo de
intelectuales anarcosindicalistas de origen ruso, entre los que se contaban
Pablo Karaschin —autor de un atentado en ocasión del funeral de Carlos de
Borbón— José Buwitz, Iván Mijin, Andrés Ragapeloff, Máximo Sagarín y Moisés
Scutz. Se trasladó a Buenos Aires, donde residiría con algunos de estos
mientras ejercía como herrero y mecánico.
La Semana Roja y el atentado contra Falcón
El 1 de mayo de 1909, Radowitzky participó en una de las dos
grandes manifestaciones convocadas por las organizaciones sindicales. Por
separado de la central sindicalista revolucionaria Unión General de Trabajadores
(UGT), la FORA anarquista convocó a un acto en la Plaza Lorea, en el porteño
barrio de Montserrat, entonces en obras de ejecución del proyecto de Carlos
Thays para dar forma a la Plaza del Congreso, uno de los símbolos urbanísticos
de la burguesía gobernante. Allí se reunían los anarquistas desde 1890 para
conmemorar a los mártires de Chicago.
Debo manifestar aquí que no obstante ser la primera vez que
en el ejercicio de mi cargo se me presenta la oportunidad de solicitar para un
delincuente la pena extrema, lo hago sin escrúpulos ni vacilaciones fuera del
lugar, con la más firme conciencia del deber cumplido, porque entiendo que nada
hay más contraproducente en el orden social y jurídico que las sensiblerías de
una filantropía mal entendida (...)
En las consideraciones de la defensa social debemos que en
Radowitzky un elemento inadaptable cuya temibilidad está en razón directa con
el delito perpetrado, y que sólo puede inspirar la más alta aversión por la
ferocidad del cinismo demostrado, hasta el extremo de jactarse hoy mismo de ese
crimen y de recordarlo con verdadera fruición.
Manuel Beltrán, alocución en el juicio
Sin embargo, el aporte de un facsímil de la partida de
nacimiento de bautismo por un primo de Radowitzky cambió el curso del proceso.
Aunque el documento carecía de las legalizaciones pertinentes para confirmar
que éste tenía sólo 18 años, siendo por lo tanto menor de edad y no pasible de
ejecución, inclinó a los jueces a conmutar la pena por la de reclusión perpetua
en la Penitenciaría Nacional. Se le añadió, como castigo adicional, la
reclusión solitaria a pan y agua durante veinte días cada año, en el aniversario
del atentado.
Prisión en Ushuaia
El 6 de enero de 1911, dos presos anarquistas —Francisco
Solano Regis y Salvador Planas Virella— que compartían lugar de reclusión con
Radowitzky lograron huir de la Penitenciaría Nacional, en una operación que
contó con ayuda exterior y con la connivencia de algunos de sus guardias.
Radowitzky quedó detrás por haber sido llamado imprevistamente a la imprenta
del presidio. Atemorizados por la perspectiva de que el joven reo, que
concitaba simpatía entre el personal de la cárcel, contara con otra oportunidad
semejante, se decretó su traslado al penal de Ushuaia, reservado generalmente
para criminales de extrema peligrosidad. La costumbre de encerrar allí a
anarquistas y otros presos políticos se haría más frecuente con los años.
Su escape
El 7 de noviembre de ese mismo año, una audaz acción
conjunta de los grupos anarquistas chilenos y argentinos logró la única evasión
jamás lograda del penal de Ushuaia. Los argentinos Apolinario Barrera y Miguel
Arcángel Roscigna y los chilenos Ramón Cifuentes y Ernesto Medina alquilaron
una pequeña goleta de bandera dálmata en la ciudad chilena de Punta Arenas, y
coordinaron con Radowitzky el procedimiento. Éste, que trabajaba en el taller
de la cárcel, se hizo con un traje de guardiacárcel, y abandonó el penal a
primera hora de la mañana aprovechando el relevo y la llegada de un grupo de
guardiacárceles nuevos, encontrándose con Barrera en una cala no lejana. El
plan original era desembarcar a Radowitzky en algún lugar apartado, con víveres
y utensilios para resistir un tiempo hasta que la búsqueda hubiese amainado su
intensidad, aprovechando el plazo de unas horas hasta que el personal se
percatara de su desaparición. Sin embargo, este pensó que le sería más fácil
pasar desapercibido en Punta Arenas, por lo que decidieron seguir viaje hasta
ese punto. Tras cuatro días de navegación, y ya en territorio chileno de la
península de Brunswick, la goleta fue abordada por un navío de la Armada de
Chile, alertado por las autoridades argentinas de la evasión; aunque Radowitzky
escapó a nado antes del encuentro, la tripulación de la goleta fue detenida e
interrogada en prisión, hasta que uno de los tripulantes confesó donde aquél
había tomado tierra. Pocas horas más tarde, el anarquista fue interceptado
mientras intentaba llegar a Punta Arenas andando, conducido a una prisión
flotante, y luego de dos semanas retornado al presidio. El castigo de la
evasión serían dos años de confinamiento solitario en su celda, con sólo media
ración de alimento.
Uruguay y España
En Montevideo Radowitzky retomó su profesión de mecánico,
tras verse frustrado su proyecto de retornar a la Unión Soviética. La situación
perduró hasta el 7 de diciembre de 1934, cuando el gobierno de Gabriel Terra
pretendió expulsarlo aplicando la ley de extranjeros indeseables. Las
indicaciones de sus compañeros de movimiento, que le solicitaron que no acate
la medida para no sentar un precedente perjudicial, llevaron a su prisión en el
penal de la isla de Flores. El defensor del movimiento, el abogado Emilio
Frugoni, logró en 1936 la conmutación de su pena por la de arresto
domiciliario, pero carente de domicilio propio debió esperar seis meses más
hasta ser liberado.
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